lunes, 30 de noviembre de 2009

AMAZONAS

Son dos Amazonas, en cuerpo y alma.
A veces ángeles, otras…demonios celestiales. Es, su forma de vivir los extremos. No conocen, no aceptan término medio, pues ahí se sentirían adormecidas.
Sus fronteras distan abismos de lo simple. Vidas ávidas de lances con el fuego, con la sangre en ebullición que producen sus cuerpos cuyas células son sensuales. Sus mentes de neuronas eróticas.
Son dos Amazonas liberadas del martirio ancestral que hiciera desaparecer a sus congéneres, cuyas razones de existencia fuera la lucha feroz en guerras sangrientas. Ganaban o perdían batallas y cesaban solamente con el exterminio del enemigo o… el propio. Su otro motivo, el contacto animal con los hombres, con el sólo fin de mantener perenne a su raza, pero…una falla fue minando a su pueblo: la falta de amor.
Son dos Amazonas que sobrevivieron a la hecatombe por no aceptar el sacrificio de eliminar de sus mentes la sagrada palabra, el divino sentimiento…El Amor. Sus nombres originales eran Cintia y Andrea y eran hijas de Hipólita la reina de las amazonas, y Eros…era su padre.
Fueron recompensadas por los dioses con la eternidad; ellas viven hoy en un cuerpo, mañana en otro, con la misión noble de mantener esa llama, ese fuego sagrado que une a un hombre con una mujer.
Ellas son el mismo fuego ardiente a perpetuidad. Sus sensualidades van más allá de su belleza física. Ellas emanan un casi imperceptible perfume que rayana en lo afrodisíaco y cuyo contacto con el mortal, despierta la lívido aun en el que decidió sumirla en el aletargamiento.
Sus designios ligan destinos de hombres y mujeres en todo tiempo, en todo lugar.
Ellas son mis Amazonas y yo, su regente, les pertenezco desde hoy, desde siempre, por siempre.

Angel Basile

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